viernes, 1 de enero de 2016

SONrisas que cuentan (crónica del Festiclown de Palestina 2011, colaboración con Payasos en Rebeldía)




SONrisas que cuentan (guión de María Hernández, alias Maga Despistada)


  1. La absurda
    historia de un muro


Érase una vez, en un país no muy
lejano...
...existía un pueblo cercado
por medio millón de soldados
y un muro proyectado
de 700 kilómetros de largo.


El muro se había construido porque
los gobernantes de esa región estaban enfermos de seriedad,
porque desconocían esa mariposita en la cara que se llama risa y
que viene acompañada por otras maripositas en la barriga que se
llaman carcajadas.


En efecto, quizá no sabían lo que
significaba gastar una broma y, por eso, no podían
entenderse...¡como si hablaran idiomas diferentes!¡Incluso pensaban
que sus dioses eran distintos!
Los niños, sin embargo, siempre tienen
ganas de jugar.

Y de un modo mágico, alguien convocó
una asamblea de payasos chiflados que con teatro, acrobacias y
artefactos querían conseguir que al muro le diera un infarto.


Aquella expedición era una especie de
cruzada de la felicidad. ¿Y por qué no? ¡Si existe un Muro de las
lamentaciones también tiene que haber un muro de las risas!



*


Pero, ¿quiénes son estos payasos?
Pallasos en Rebeldía son “muchos
corazones y energías reunidos en la realización de un sueño”: la
liberación de los pueblos oprimidos. De ese modo, han recorrido el
globo entero y esta vez organizaron el primer festival de circo
solidario internacional en el mundo árabe, concretamente en
Palestina.


Sus tanques son carritos
llenos de globos, juguetes y flores,
disparan malabarismos,
versos, chistes y canciones;
si reinaran este mundo
las guerras serían de pasteles,
las bombas de bombones
y las pistolas de juguete.
Ellos quieren sangre de salsa de tomate
y contemplar las cosas serias
como si fueran disparates.




2. ¡Tracemos un plan!


Aquellos Payasos en Rebeldía parecían
extraños Quijotes en un territorio prohibido, invadido por el miedo.
Tuvieron que infiltrarse en una prisión sin techo, que bien podría
llamarse infierno. Pusieron en peligro su vida y, para ser eficaces
en su lucha, tenían que desmantelar una maquinaria maquiavélica,
pero... ¿Cómo es posible convertir al monstruo en santo, al soldado
en ser humano, al odio en amor, a la rabia en compasión?


Si existe una palabra es... “¡amor!”
cabalgando carritos y bicicletas
porque existe una genial lucidez
en el espíritu de fiesta.


Alegría, amor y creación son
los objetivos principales de toda revolución.
Toda acción
heroica necesita un plan de ataque.
Aquellos payasos,
pues, primero saldrían a la
calle.


La música de una
marcha militar
deja mucho que
desear.
Por eso, se
pusieron a
co-crear...


Después de la calle,
se fueron a los hospitales.
La risa es curapupas del
alma, hace como unas caricias mágicas que alivian el dolor de los
enfermos. Por eso, aquellos payasos tenían a un médico que sanaba
de la tristeza.




¡Hay que desaprender!
Como la educación es la base
sobre la que se construye la sociedad, Payasos en Rebeldía
organizaron charlas, espectáculos y talleres.


También fueron a la Universidad, para
que los estudiantes aprendieran la importancia de la alegría como
arte y como camino en la resolución de conflictos.


Por supuesto, aquellos payasos fueron a
hacer una fiesta en los colegios, porque los niños son esos locos
bajitos que aún comprenden la importancia de la complicidad, el
juego y el sentido del humor.




3. Un cuento con final
abierto




Nuestro cuento tiene un final abierto.


Payasos en Rebeldía quiere
profesionalizar y normalizar el circo en la sociedad palestina,
potenciar a los artistas y apoyarles en su autorrealización, ser
aliados y cómplices en la libertad de expresión creativa y
artística.


Imagina que la risa se convierte en la
divisa del país.
Esta es nuestra moneda de cambio:
convertir las barricadas en un escenario.


En cada uno de nosotros hay “un arma
de diversión masiva”.


La fantasía es un reino
sin guerras, muros ni pleitos
y una boca sonriente
como una luna creciente
es una semilla de libertad en
Palestina… y en cualquier parte, en realidad.


¡Hay que seguir metiendo la nariz en
aquello que nos importa!

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